Un aspecto crucial del mensaje es el reconocimiento de los riesgos que enfrenta la democracia mexicana, especialmente la amenaza que representa el crimen organizado y la violencia política. La intervención de estos elementos en el proceso electoral no solo corrompe la esencia de la democracia, sino que atenta contra la libertad y la seguridad de los ciudadanos. Los obispos hacen un llamado enfático a evitar a toda costa esta mezcla tóxica, subrayando la necesidad de una seguridad efectiva que permita el ejercicio libre y pacífico del derecho al voto.